Imaginen por un momento que, por evolución natural, los estadios deportivos sufran en los próximos años un vaciado lento y progresivo. Imaginen también que todos los negocios de alrededor, tanto directos como indirectos, se vean afectados por ésta circunstancia. Estaríamos en ése hipotético caso ante la siguiente crisis económica y social de éste país? Probablemente no pero... Voy a ser escueto a la hora de justificar mi preocupante reflexión.
En primer lugar, y creo que no es sólo opinión mía, está bastante claro que reinventar el negocio del deporte se antoja como una tarea cuanto menos complicada, y más teniendo en cuenta que se trata de un negocio muy antiguo, no sé si iniciado en Grecia, por cierto, y también que es poco evolucionable en lo que se refiere a normas y funcionamiento, supongo que debido a su simplicidad y esencia, que paradógicamente lo convierten en "eterno".
En segundo lugar, quiero comentar que existen los problemas endémicos de la mala gestión, la extrema capitalización, agrabada en los útimos años, y la dificultad para adaptarse a los nuevos tiempos.
No voy a dar soluciones, pero si puedo considerar que la mala gestión se soluciona con trabajo y buena praxis, la capitalización con valores y idearios adaptados a las circunstancias y nuevos tiempos, y los problemas relacionados con éste último aspecto con la responsabilidad de los y las profesionales del sector.
Creo que las personas que defienden el deporte, y en especial las caras visibles a nivel profesional, deben ser, si no lo son ya, un ejemplo y referente para la sociedad, y no por obligación, sino por lo que valen como personas. Porque la gente no es tonta, sabéis? A nadie le gusta que le metan un gol, ni que le rompan una pierna, ni que le roben un partido, ni no poder competir por falta de patrocinadores, ni engordar por no llegar a la puerta del gimnasio, ni tantas cosas relacionadas con el ámbito deportivo.
Seguro que será redescubrir la sopa de ajo decir que habría que invertir recursos en fomentar el deporte, la educación deportiva y la creación de una base de principios, tanto dentro como fuera del campo y supongo que ya existente, claro, para y por las y los deportistas.
En definitiva, creo que no es ni el dinero ni la evolución técnico-deportiva lo que hará sobrevivir al negocio del deporte, sino su esencia y sus factores más humanos y inquietantes, el que son el obrar de forma equilibrada con el corazón y la mente.